Un camino de transformación

Cómo dirigimos nuestra mente y acción en la dirección correcta

Imaginemos el proceso de construir la habilidad de la meditación cómo escalar una montaña.

Esta montaña es el camino para llegar a responder de una manera distinta a nuestros pensamientos compulsivos, desde la no reacción, el dejarlos ser sin engancharte, identificarte y tomártelos personales.

El pico de la montaña es el resultado final, el momento en dónde hemos desarrollado la habilidad y esta respuesta hace parte de nuestro ser, es automática en nosotros.

Es apenas en este punto dónde sentimos confianza para responder efectivamente a los momentos en nuestra vida emocionalmente cargados, a los que no hace mucho nos costaba trabajo no reaccionar.

Esta confianza se genera únicamente a través de nuestra experiencia practicando la meditación.

Esta confianza es el resultado acumulado de todo el proceso, todo lo que hemos que tenido que caminar y atravesar para llegar a este punto.

El camino, es un camino para transformar quien somos y cómo reaccionamos a los distintos estímulos en el mundo, por medio de nuestra experiencia.

Así como desarrollamos los músculos con la repetición constante de ciertos ejercicios, los músculos de la meditación se desarrollan con la repetición de nuestra práctica día tras día.

Para llevar a cabo un proceso de inicio a fin debemos contrarrestar nuestro impulso de abandonar el camino en el momento en que el progreso se sienta más lento y laborioso, cuando la motivación inicial empieza a perderse y las voces de la duda empiezan a ganar terreno.

Necesitamos crear una estrategia de acción que nos comprometa lo suficiente para generar coraje y tomar acción de fe en estos momentos cruciales.

Necesitamos de la disciplina que nos da el comprometernos con un plan, cuya ejecución sea independiente de cómo nos sintamos.

En el punto de mayor crecimiento, avanzar se siente cómo dar un salto al vacío, ir en dirección de un terreno desconocido e inexplorado, en dirección de nuestros miedos, lejos de lo límites de lo que la mente considera seguro y familiar.

El deseo de regresar a lo cómodo, fácil y conocido, a la fuerza habitual de siempre, es muy grande en este lugar.

El crecimiento, la expansión del músculo, la evolución del ser, están en traspasar este umbral.

Una y otra vez.